La Fuente de Nuestros Pecados

6 de octubre de 2019


Como a menudo es el caso en este mundo, nuestra historia ha venido determinada por la manipulación y el deseo de poder. Hay tres principales herramientas usadas para adjudicarse y hacer uso del poder, la política, la religión y el dinero. De hecho el grado de egoísmo y manipulación que ha formado nuestro pasado es bastante increíble; así que en primer lugar necesito pedir al lector que deje a un lado su escepticismo con respecto a lo aceptado como nuestra historia.

La historia que voy a contar es tan radical como sencilla. Es una historia que atañe a cada ser vivo en esta Tierra y la historia que divide cada persona sobre esta Tierra en dos campos; los Agustinianos y los Pelagios, pero permíteme en primer lugar compartir algunos hechos antes.

Para mi puede que no haya un sabio caballero sentado en una silla dorada en algún lugar del cielo pero hay un inteligencia increíble detrás de esta creación. Uno solo tiene que pensar en el funcionamiento del cuerpo humano para entender la genialidad que lo creó y lo mantiene. Si, podemos decir que esto es la naturaleza y más allá de nuestro entendimiento, sin embargo los mismísimos principios en los que se basa el funcionamiento del cuerpo tienen una inteligencia  innata. Podemos dar a esta inteligencia innata un nombre, pero en mi intento de evitar personificar esta inteligencia estoy eligiendo el nombre o termino de Sabiduría Universal.

El siguiente paso es considerar la historia desde un punto de vista muy personal. Si, el creador de nuestro cuerpo se puede decir que es la Sabiduría Universal, ¿Cuál es nuestra opinión de nosotros mismos? Me gustaría sugerir que solo hay dos posibilidades. Una en la cual te consideras como algo que es defectuoso por alguna razón, que no es lo suficientemente bueno y necesita mejora, arreglo, sanación etcétera o que creas que formas parte de aquello creado por la Sabiduría Universal, completo, perfecto y parte de esa creación.

Hay dos diferencias fundamentales y críticas entre estos dos grupos.  El primer grupo, el defectuoso que necesita mejorar, se considera que no tiene la habilidad o el derecho a tener una relación funcional directa con la Sabiduría Universal. Necesita haber algo o una persona que, siendo mejor que ellos, pueda actuar como el intermediario esencial. Esta persona o cosa es considerado más puro, más divino y más cerca de la fuerza de la creación o ha sido purificado de algún modo haciéndoles merecedores del trabajo de salvación. Este papel de ser mejor, más espiritual, más divino, más cerca de Dios, más en contacto con la Sabiduría Universal, etcétera normalmente es dado a un gurú, un sacerdote, un ángel, un chamán, un sanador, un psíquico, etcétera.

El otro campo está poblado por personas, cualesquiera que sean sus circunstancias, que saben que son simplemente una expresión de la Sabiduría Universal, del creador.

La sensación de ser defectuoso, pecador o desmerecedor que forma parte de la filosofía de la Iglesia Católica Romana ha tenido un efecto horriblemente profundo en la psique del hombre occidental.

A Jack Cornfield, un psicólogo clínico y un monje Budista, se le atribuye el introducir el “Mindfulness” en Occidente. Durante una visita a Estados Unidos de América, el Dalai Lama programo una reunión con Jack Cornfield y durante  su conversación preguntó cómo se estaba adoptando en Occidente y con éxito el “Mindfulness”.  Jack respondió que había muchos indicios positivos pero uno de los problemas más grandes con la mente occidental era el nivel de remordimiento. En el video donde Jack cuenta la historia de esta reunión con el Dalai Lama él declara que el Dalai Lama y el grupo de monjes que viajaban con él tuvieron una expresión de desconcierto en sus caras. Estuvieron hablando entre ellos y finalmente el Dalai Lama dijo ellos no lo entendían. ¿Qué es “remordimiento”? Ellos no tenían una traducción para la palabra “remordimiento”. Simplemente no era un concepto que ellos tenían, este idea extraño de criticarse a uno mismo. Esta historia habla muchísimo de nuestro nivel de auto-carencias y el punto hasta el que penetra en la mente occidental un sentido permanente de necesidad de auto superación.  Engendra crítica, comparación, competición, depresión, ansiedad, victimismo, percepción, autocastigo, enfado; la lista sigue…

Volviendo a Agustín y Pelagio y el siglo cinco D.C. Agustine de Hippo o San Agustín nació en 354 D.C. Él era un obispo en la región de Hippo en Nord África y como un teólogo devoto reunió a su alrededor a numerosos seguidores de su versión de la filosofía Cristiano. Tanta influencia tenía que su filosofía  fue adoptada por la iglesia Católica Romana y el orden de Agustinos dentro de la iglesia Católica, establecido en 1244, y tiene hoy monasterios de más de 11 países alrededor del mundo. Aunque controvertido en esa época, Agustín desarrolló la filosofía y estableció la creencia del “Pecado Original”. Sacado directamente de Wikipedia, Agustín enseño que Satán había tejido en los humanos “el deseo sexual”. Esta es “la raíz de todo mal” y afecta a la inteligencia humana. Esto es demostrado por Adán Y Eva comiendo imprudentemente los frutos del árbol del conocimiento, del bien y el mal. Esta contaminación del mal y de la inteligencia humana comprometida, nos deja indignos de un enlace directo con la Sabiduría Universal, lo Divino, Dios, o cualquiera que sea el hombre que desee usar. Nuestra única conexión, el enseño, era a través de “La Gracias de Dios”, facilitado por un “hombre santo”. Agustín trajo a la iglesia Católica Romana a Inglaterra y a Escocia y por supuesto con ello la doctrina del “Pecado Original” y todo lo que acompaña esta filosofía.


Pelagio nació en Irlanda en 354 D.C. Él fue educado en las tradiciones paganas de aquella época. Él fue bien educado, y tenía soltura en griego y latín y fue considerado un erudito teológico. Se  convirtió al Cristianismo y se mudó a Roma, llegando a ser bien-conocido dentro de la iglesia durante el principio del siglo quinto. En el año de su muerte, sin embargo él fue declarado hereje y por consiguiente desafortunadamente, no muchos de sus escritos sobrevivieron.  En las referencias que si tenemos, Pelagio no creía que el hombre hubiera caído. El enseño que los humanos tenían el libre albedrío para ser buenos. El sostuvo que todo fue creado por Dios y que los humanos no fueron contaminados por el pecado original de Adán Y Eva. Los humanos eran merecedores de la oración y la comunicación directa con el Divino Sabiduría Universal y no necesitaban un mediador o intermediario.

Es fácil ver cuál de estas dos filosofías da a la iglesia más poder. Es el punto de vista de Agustín el que da la iglesia el derecho y el papel a dar el perdón de los pecados. Esto coloca a los sacerdotes y cualquiera con autoridad espiritual en una posición superior a ti y a mí, incluso situándoles en la posición de nuestros redentores. 

La herida más profunda de la humanidad ha sido la mentira de la separación de lo Divino acompañada de la culpa y el no merecimiento. Nosotros podemos cada uno elegir creer en la doctrina de Agustín o aceptar las creencias de Pelagio. La decisión de entre cuál de estos dos grupos queremos pertenecer es profunda y nuestra implicación en estos sistemas de creencias es fundamental.

Nos toca a cada uno de nosotros elegir, pero unirse a Pelagio implica que la responsabilidad de nuestras vidas recae firmemente sobre nuestros propios hombres. Esta es la pega. Nuestra Libertad, nuestra Gracia y Amor son nuestros si nos unimos al pensamiento Pelagiano, pero nadie mejor que nosotros para entregárnoslo.

Articulo escrito por Christine Core y traducido por Linda Dawn Wheeler Bryant



©Christine Core

©Linda Dawn Wheeler Bryant